Según diferentes estudios, los niños responsables desde pequeños adquieren importantes rasgos. Éstos les ayudarán a mejorar su equilibrio, desarrollo y también su felicidad. Pero no todos los niños son iguales porque cada uno madura a su ritmo y la responsabilidad puede tardar en llegar.
Sabemos que la educación se inicia en los primeros meses de vida. Que como padres le ofrezcamos diferentes pautas irá marcando las normas que se va esperando de ellos. Se busca cómo pueden alcanzar su propio bienestar y muchos logros a nivel cotidiano. Educar a los niños puede ser una aventura, pero es muy reconfortante cuando se ven los buenos resultados.
¿Cómo hacer que los niños tengan responsabilidad?
Al contrario de lo que piensan muchas madres y padres, la responsabilidad no se inculca desde una dura disciplina. No hace falta ser un sargento para que los niños aprendan lo que es el sentido de la responsabilidad. Hay muchas otras formas de conseguirlo.
Si sobreprotegemos a los niños, éstos se vuelven inseguros. Esto hará que se vean incapaces de realizar muchas cosas por sí mismos. Lo mejor es dejar que gran parte de las cosas las hagan ellos solos. Si fallan o no pueden, no pasa nada, es parte de la vida y de su crecimiento, algo que les ayudará a superarse.
Como progenitores hay que permitir que ellos también tengan y den su propia opinión. Hay que dejar que tengan más autonomía en su día a día y que puedan comprobar el valor del esfuerzo. Dales confianza y ayúdales motivándoles con frases siempre positivas, no tardarás mucho en ver los buenos resultados.
Nunca hay que imponerles una disciplina férrea y normas que no sean flexibles. Esto puede hacer que se impida a los niños que desarrollen capacidades para ser responsables. Y seguro que esto no es lo que se pretende.
Hay que recordar que cuando se marcan las normas, el ejemplo tiene mucho poder. Por ello, como madres y padres debemos predicar con el ejemplo. Las normas deben ser para todos. De esta forma, los niños las asimilan mejor y no les costará cumplirlas porque tienen una referencia.
Para finalizar, cuando los niños tienen la capacidad de elegir una cosa sobre otra, podrán comprobar por sí mismos si han hecho bien o han cometido un error. Este proceso de prueba y error es indispensable para su crecimiento. Por tanto, dejémosles que sean ellos los que se equivoquen y aprendan de sus errores. Con ello irán adquiriendo cada vez más responsabilidad.