Cómo estimular la inteligencia mental y emocional de los niños

La actitud de los padres durante la educación de sus hijos, así como el ambiente familiar, son dos factores decisivos para el rendimiento escolar y la evolución intelectual de sus niños. Unos buenos hábitos de vida saludable, una alimentación sana y equilibrada y dormir las horas necesarias son garantía de unos buenos resultados académicos.

Sin embargo, existen diversas formas de estimular la inteligencia de los niños para ayudarles en su rendimiento individual. También hablaremos sobre el desarrollo de su inteligencia emocional, algo fundamental y no menos importante. Acompáñanos y descubre cómo favorecer el aprendizaje de tus hijos. ¡Comenzamos!

Fomentar la inteligencia con estímulos y alimentos

Según los especialistas en educación infantil, cada niño es único y diferente del resto, y debemos fijarnos en esas diferencias para extraer el máximo rendimiento de sus capacidades individuales. Además, cada niño tiene su propio desarrollo, tanto físico como intelectual.

Es indiscutible que la herencia determinará el 80% de las diferencias en cuanto a la inteligencia humana. Sin embargo, el científico Robert Flynn descubrió que, por regla general, cada generación obtiene mejores resultados que la anterior en los test de inteligencia. Por lo tanto, esto indica que otros factores del entorno también influyen en ella.

Dicho esto, la pregunta es: ¿Hay algún método capaz de aumentar el cociente intelectual (CI) de los niños? Tal y como afirman los expertos, no es conveniente iniciar programas para desarrollar la inteligencia a edades muy tempranas, a no ser que el niño sea precoz o no se desarrolle de forma correcta.

Sin embargo, lo que de verdad predice el éxito profesional, social y económico durante la adolescencia, es el mencionado cociente intelectual. En este aspecto, la alimentación para estimular el desarrollo cerebral se inicia en el vientre materno, continuando durante la lactancia. Por ello, es fundamental seguir las recomendaciones médicas sobre la ingesta de vitaminas y minerales, sobre todo hierro, ácido fólico, yodo, magnesio, cinc, calcio y vitaminas del grupo B.

 

Alimentación adecuada después de la lactancia

Una vez finalizada la lactancia, si quieres que los niños ingieran todos los nutrientes necesarios en dosis adecuadas, tendrás que animarlos para que prefieran alimentos beneficiosos frente a otros perjudiciales. Por lo tanto, debes acostumbrarlos desde pequeños a comer fruta, verdura, pescado, huevos, legumbres y cereales integrales frente a la bollería industrial, snacks, chucherías, exceso de refinados y refrescos azucarados.

No obstante, si el aprendizaje en esa etapa temprana no ha sido el ideal, nunca es tarde para comenzar. Por ejemplo, si quieres entrenar la mente de un niño, no hay nada mejor que leer con él por las noches. Pero el mejor consejo es que los padres estimulen los intereses y curiosidades del niño. Incluso pueden animarlo a tocar un instrumento musical que le guste.

Y es que está comprobado que los niños que se desarrollan en hogares donde está presente la lectura, la conversación y la música tienden a tener un coeficiente intelectual más alto y, por ende, mejores resultados académicos.

En cambio, los niños que pasan horas solos frente a la televisión, el móvil o jugando a videojuegos sin compañía, no obtienen tan buenos resultados académicos como aquellos que interactúan de manera más intensa con su familia o amigos.

Deportes, juegos de mesa, música, puzzles, crucigramas, juegos de palabras… Estas y otras actividades que requieren prestar atención, concentración y cierta disciplina, estimulan mucho más el desarrollo mental.

Pero cuidado, los padres no deben intentar forzar a sus hijos a que adopten sus mismas aficiones. De hecho, para desarrollar la inteligencia de forma natural, no debemos menospreciar la ambición, el tesón, el coraje y el amor propio del niño, pues son elementos muy valiosos dentro del aprendizaje. La realidad es que muy pocas personas consiguen desarrollar todo su potencial, y muchas de ellas nunca llegan a saber que lo tienen.

 

Cómo desarrollar la inteligencia emocional del niño

Ya hemos visto cómo fomentar la inteligencia en los niños pero, ¿qué ocurre con la inteligencia emocional? Esta práctica debe mejorarse dentro de la misma familia y por los propios progenitores. Además, constituye el camino perfecto para enriquecer el comportamiento de sus hijos, así como potenciar los aspectos positivos y neutralizar los negativos.

 

Llegados a este punto, debemos recordar que los comportamientos temperamentales no determinarán la trayectoria vital, pero sí fortalecerán y determinarán muchos aspectos de la personalidad del niño. Y la inteligencia afectiva o emocional forma parte esencial de ella.

 

Consejos para el desarrollo de la inteligencia emocional

Los padres son los encargados de ayudar a favorecer de forma correcta el desarrollo de las emociones de sus hijos desde el primer día. Por ello, algunos de los comportamientos que todo padre debería reforzar son:

  • El cultivo del amor. La familia debe ser un molde natural amoroso en el que se formará un niño. Ten en cuenta que los más pequeños perciben todo lo que hacen y dicen sus familiares, de manera que servirán de modelo e impactarán cognitiva y emocionalmente en ellos. Además, el comportamiento observado en sus seres queridos más cercanos tiende a imitarse. De este modo, aspectos como el optimismo o pesimismo, el tono vital o la forma de relacionarse, dependerán bastante del aprendizaje experimental durante la infancia en el hogar.
  • La cordialidad. El clima perfecto para favorecer la inteligencia afectiva de un niño es aquel regido por la cordialidad, el respeto, la comunicación, la confianza, la cooperación y la sinceridad. Una actitud cordial genera seguridad y propicia la maduración. De este modo, pequeñas acciones cotidianas pueden fortalecer la vida familiar y estimular la afectividad.
  • La estimulación intelectual. No nos referimos a recibir un montón de estímulos intelectuales sin más, sino que han de ser variados y beneficiosos. Los padres deben construir un ambiente que despierte el amor por la cultura, la lectura y la práctica de la razón. Las actividades lúdicas y deportivas también repercutirán en la personalidad del niño en forma de curiosidad sana, deseo por explorar el entorno e interés sociocultural.
  • La disciplina. Las normas razonadas y razonables refuerzan conductas de gran valor para la convivencia. Por lo tanto, una disciplina humanista logrará canalizar la energía afectiva e intelectual del niño que, en caso contrario, se reprimirá o desbordará. Tanto la permisividad excesiva como el autoritarismo desembocarán en comportamientos inapropiados. Sin embargo, el autodominio aparecerá en un entorno disciplinario donde prime la estabilidad emocional y la sensatez de los padres, junto con el establecimiento de unas normas apropiadas.