Como mamás o papás, las tareas domésticas nos pueden quitar muchísimo tiempo. Los niños pueden ayudarnos en algunas de ellas, las más sencillas. Conseguir que se impliquen es poder distribuir mejor el tiempo y tener más momentos juntos. Cuando los niños ven que las cosas se las pueden dar hechas, pierden el interés en hacerlas ellos mismos. Se vuelven cómodos, pero tarde o temprano los progenitores no van a estar y tendrán que hacerlas ellos.
Por eso es necesario que desde pequeños aprendan a hacerlas, pero también porque se aprende. Se adquiere responsabilidad, disciplina y se mejora el trabajo en equipo en el caso de hermanos. Son cualidades que les resultarán muy útiles el día de mañana.
¿Cómo implicarles en las tareas domésticas?
Antes de nada, hay que decir que no hay que obligarles sino invitarles a que las hagan. De hecho hay algunas que les resultarán más agradables que otras. Hay que apostar por las que menos les cuesta hacer. Si lo enfocamos como un juego cuando son muy pequeños las harán con más gusto.
Lo que no hay que hacer es obligarles bajo coacción a hacer las cosas. No se debe imponer un castigo porque no haga algo determinado, se le pueden poner opciones y que elijan.
Que los niños hagan las cosas por sí mismos les proporciona una sensación de satisfacción. Es necesario que poco a poco sepan que en la vida hay que ganarse las cosas. El trabajo y el esfuerzo llevan a recompensas, algo que irán aprendiendo poco a poco.
Desde pequeños conocerán cómo funciona el mundo con las tareas más sencillas. Lavar o secar los platos, ayudar a poner la lavadora, en labore sencillas de cocina o limpieza. Es necesario que los niños aprendan el funcionamiento del día a día de una familia y la importancia del orden.
Buscar la integración de estas tareas domésticas en su vida es muy importante. Por eso es recomendable hacer que las tengan integradas en sus vidas en forma de rutina. Además, para que no se aburran siempre de hacer lo mismo, se pueden hacer rotaciones de tareas.
Que recojan su habitación y hagan la cama debe ser diario, siempre, pero el resto de tareas se puede alternar. Poner la mesa, recogerla, ayudar a lavar o secar los platos, ayudar en la compra, limpiar, etc. Eso sí, asignando las tareas acorde a su edad, con lo más fácil para los más peques y lo más complejo para los niños mayores.