Los seres humanos necesitamos comunicarnos, incluso desde que somos bebés. Obviamente, los bebés no hablan, pero con sus gestos y expresiones se comunican. Dentro de la maternidad, una de nuestras misiones es estimular al bebé para que hable. Hablar es un proceso que se inicia desde que nace el bebé. Ya cuando tiene dos años su vocabulario es bastante amplio y entienden palabras. Además son capaces de usar algunas para expresarse, aunque de forma muy limitada.
¿Cómo podemos estimular el habla del bebé?
Es importante buscar la estimulación hablándole siempre que tengamos cerca a nuestro retoño. No entenderá nuestras palabras pero seguro que nos encantará ver su cara de asombro cuando le hablemos.
En los tres primeros meses de vida, aprenderá a diferenciar cómo se comunican las personas entre sí. En este momento, cuando le hablemos hay que mirarle a los ojos. Sin duda, intentará comunicarse con balbuceos como lo hacemos los adultos.
Cuando tienen seis meses, ya comienzan a utilizar los sonidos y algunas palabras les son familiares. Mamá y papá son las que seguramente reconocerá. Por otro lado pueden llorar si una persona está enfadada o grita.
A partir de los nueve meses el peque comenzará a entender las palabras más sencillas. Además, cuando quiere algo, no solo usará la mímica (a su forma) sino que emitirá sonidos para llamar la atención. En este momento se puede comenzar a enseñarle palabras muy sencillas y cortas. Beso, hola, adiós… cosas fáciles para que recuerde, pero no hay que olvidar que los bebés tienen su propio ritmo.
Cuando tienen ya 12 meses los bebés comienzan a usar palabras muy sencillas y a veces ininteligibles. Nos están imitando, pero quieren comunicarse con nosotros. «Aba» para decir agua, «baba» para referirse a mamá o a papá y cosas así. Por lo tanto habrá que aprender y acostumbrarse a su «idioma».
Para ayudarles a mejorar su habla se les puede nombrar las cosas que más usa. De esta forma aprenderá a llamarlas por su nombre y a memorizarlas. Pero esto es un proceso lento y no todos los bebés van al mismo ritmo, recuérdalo.
Se les puede hacer preguntas sobre lo que ve diariamente. Si no sabe lo que es, hay que nombrarlo para que sepa lo que es. También se recomienda preguntarle cosas fáciles que pueda responder, aunque sea señalando con un dedito.
Es un proceso lento, pero es maravilloso ver cómo el bebé va haciendo sus progresos junto a sus progenitores. Algo que ninguna mamá ni papá se deben perder.