Hay ocasiones en que los berrinches de los pequeños toman proporciones tan inmensas que resulta muy complicado controlarlos. Normalmente, cuando tienen entre 1 y 2 años empiezan a tener rabietas que pueden llegar a resultar desesperantes para sus padres y para los que se encuentran a su alrededor. Por ello, es fundamental saber qué es necesario hacer ante este tipo de comportamientos.
¿Por qué tienen rabietas?
El pequeño patalea, se tira al suelo, comienza a gritar y no se tranquiliza. Todo esto durante un par de minutos para después quedarse exhausto. Durante este tiempo que parece eterno, los adultos no saben cómo actuar y suelen decir que es “puro capricho”. Pero la verdad que nada más alejado de la realidad.
Hasta que no cumplen los tres años ningún niño tiene caprichos. No cuenta con los medios neurológicos para poder controlar sus emociones y mucho menos para controlar una emoción tan fuerte como la ira. Hay que partir de la base de que la ira no siempre es negativa, ya que también tiene función de protección, es decir, obliga a reaccionar ante situaciones que no son convenientes.
¿Qué son los berrinches o rabietas?
Los berrinches forman parte del proceso de evolución de los pequeños a partir del primer año de edad. Durante su segundo año el niño empieza a desafiar a sus padres, negándose a hacer lo que le dicen, poniéndoles a prueba y haciendo cosas que le han prohibido hacer. Dichos desafíos son parte de un comportamiento que les va a ayudar a reafirmar su autonomía y su personalidad.
Si los padres son capaces de comprender las causas y el motivo de estas molestas rabietas, serán capaces de responder de una forma mucho más empática a estas temidas explosiones. Esto a su vez implica que podrán ayudar al pequeño a superar más fácilmente esta etapa.
En general, estos berrinches siempre se producen en presencia del padre, de la madre o de la persona que habitualmente cuida al niño. Suelen producirse en casa, cuando hay tensión en el ambiente, cuando la persona a la que pretende llamar la atención está ocupada con otra cosa o incluso cuando vienen visitas.
¿Por qué se producen los berrinches en los niños de entre 1 y 2 años?
Los pequeños comienzan a tener rabietas en la edad en la que se les despierta la necesidad de autonomía, la cual choca con los límites impuestos por sus progenitores y el medio social. Un berrinche es su manera de expresar las emociones en forma de llanto y gritos a partir de los 9 meses aproximadamente. La forma en la que los padres van manejando las primeras manifestaciones va a condicionar que las rabietas vayan desapareciendo, se mantengan o aumenten.
La manera más sencilla de calmar un berrinche es desviar su atención. Distraerlo con una canción, un juego, un baile o un cuento es una buena táctica. Hay que entretenerle cuanto antes y si es con algo sorprendente y divertido mucho mejor. Existen estrategias que dan muy buenos resultados también, pero que en ocasiones cuesta mucho llevarlas a la práctica.
Una de ellas es no dar importancia a su pataleta. Salir de la habitación en la que el pequeño está chillando y dejarle un rato solo o no prestarle atención en ese momento, pueden servir para que se calme. Es muy importante ser siempre coherentes. Si el pequeño conoce cuáles son sus límites no va a intentar luchar contra ellos. Por eso es importante recordárselos. Por ejemplo, “ya sabes que antes de comer no puedes tomar una chocolatina”.
Durante un berrinche los adultos tienen que mantener la calma y hablar con suavidad al niño, pero también con firmeza. Hay que tratarle con cariño, pero sin permitir que se salga con la suya. Cuando el pequeño se haya calmado, es necesario hablar con él de los motivos de su rabieta y explicarle los límites o normas familiares, lo que se espera de él porque ya es mayor y por supuesto, hablar de sus sentimientos.
Recursos para evitar los berrinches de los pequeños
Es imprescindible poner unas normas claras. No sirve simplemente decir que tiene que portarse bien, ya que eso es muy ambiguo. Hay que especificar lo que no se debe hacer, por ejemplo, no se puede pegar, no se puede tirar la comida al suelo… Hay que fortalecer la autoestima de los niños dándoles cariño, amor y seguridad. Si el niño recibe toda la atención que necesita cuando se encuentra tranquilo, no va a necesitar recurrir a las pataletas.
Se recomienda desviar cuanto antes la atención del niño. Así cuando se calme, se puede comenzar un juego para que él lo continúe. Es necesario también hablar de sus sentimientos antes de que los mismos se descontrolen. La rabia y la tristeza a menudo conducen a rabietas. Ciertas circunstancias, como puede ser la llegada de un nuevo hermano, pueden lograr que el pequeño se sienta desplazado. En este caso va a necesitar más que nunca de la atención de sus padres.
Lo que NUNCA se debe hacer ante una rabieta infantil
Ciertos comportamientos por parte de los papás no solamente no van a ayudar a calmar el berrinche, sino que de forma indirecta le van a volver más vulnerable a sus propios estallidos de ira. Es natural alterarse o inquietarse ante un berrinche, especialmente si es tu hijo. Pero aun así, es muy importante evitar algunas reacciones.
Una de ellas es darle un cachete. Esto indicará que tanto el niño como sus padres han perdido el control de la situación y solo va a contribuir a que la misma empeore. Tampoco hay que gritarle, ya que van a ser dos personas gritando a la vez sin escucharse. Ceder a su capricho tampoco es una solución. Esto sería el equivalente a premiar al pequeño por su rabieta y aprenderá que con llorar un poco consigue lo que quiere.
Por último, no hay que ceder por las presiones de las personas que se encuentren presentes. Es cierto que es una situación muy incómoda, pero solo los padres son los que deben manejar esta situación, tanto en ese preciso momento como en el futuro.