Para muchos niños el verano es sinónimo de diversión, el premio de haber tenido un año repleto de esfuerzos y donde las notas han resultado de lo más satisfactorias. Esto hace que muchos peques no tengan que estudiar en todo el verano, aunque no está de más hacer que repasen todo lo que han dado durante el curso para que no se les olvide.
En el caso de los niños que hayan suspendido una o más asignaturas el verano puede ser sinónimo de academia, clases particulares o de que se les impongan tareas para que vayan aprendiendo poco a poco las cosas en las que más suelen fallar, para que cuando llegue septiembre tengan todo bien claro.