Estamos en plena temporada de vacaciones y uno de los lugares favoritos de nuestros hijos es la playa. Sin duda, es un fantástico lugar para pasar el día con ellos. Tomar el sol, bañarse y jugar con la arena ¿Se puede pedir más para ellos? A pesar de todo, la playa puede conllevar algunos peligros que podemos evitar. Por ello, queremos darte algunos consejos para que cualquier día de playa no se convierta en un susto.
Tips para proteger a nuestros hijos en la playa
Uno de los riesgos a los que nos exponemos cuando vamos a la playa con nuestros hijos es a los golpes de calor o la insolación. Para que esto no suceda, debemos protegernos correctamente. Es importante proteger el cuerpo con prendas de algodón y colores claros. Sobre todo si son niños pequeños.
Asimismo hay que proteger la cabeza, que es uno de los lugares donde más daño hace el sol. Una visera o sombrero ayudarán a reducir sus efectos y a tener una menor temperatura. No hay que olvidarse estar correctamente hidratados. Siempre que vayamos a la playa hay que llevar con nosotras una botella de agua.
Tampoco hay que olvidarse de las quemaduras solares, algo a lo que nadie le gustaría sufrir. Siempre, y recuerda, siempre, hay que llevar crema de protección solar para proteger a nuestros hijos en la playa. Si se va a estar prolongadamente al sol se debe aplicar crema cada hora y media o dos horas.
Las quemaduras solares no son nada buenas y por ello hay que ir con la máxima protección siempre que podamos. Para los niños, la crema solo si tiene más de seis meses, aunque siempre hay que consultar las instrucciones del producto.
Siempre es mejor apostar por una crema que sea de calidad que por cualquier otra. Además es importante aplicarla una media hora antes de exponerse al sol. De esta forma la piel absorbe el producto y estará protegida para la exposición.
Para finalizar, otro de los enemigos que podemos encontrar en la playa es un corte de digestión. No está probado científicamente que haya que esperar dos horas como siempre hemos escuchado. Lo importante para que no se produzca es que no haya un cambio brusco de temperatura corporal. No se puede ir directamente al agua a darse un chapuzón. Es aconsejable mojarse poco a poco, piernas, brazos, nuca, etc. De esta forma, el cuerpo se adaptará a la temperatura del agua poco a poco.