Tarde o temprano acabaremos dejando a los niños solos en casa, pero… ¿a qué edad podemos hacerlo? Obviamente, los peques deben tener cierta edad para quedarse solos y no es siempre la misma. Todos son diferentes y algunos tienen más sentido de la responsabilidad que otros.
Para dejarlos solos debemos asegurarnos de que son lo suficientemente responsables. Saber que no abrirán a desconocidos, que no harán nada con la cocina o abrirán las ventanas es importante. Deben ser responsables y ganarse nuestra confianza en todo momento. Además, siempre deben contestar al teléfono o llamarnos para decir que están bien.
Como dejar a los niños solos en casa
Es lógico que esto no sea de la noche a la mañana sino que el proceso puede ser lento. A medida que van creciendo, los niños piden más independencia y es algo que hay que ir dándoles lentamente.
Los expertos coinciden en que hay que hacerlo, pero de manera progresiva. Nunca dejar a los niños mucho tiempo solos, los primeros días vale con unos minutos. Lo normal es que se queden en su habitación porque es el lugar de la casa donde se sienten más seguros. A medida que pase el tiempo se sentirán igual en el resto de la casa.
Un día podemos dejarlos solos unos minutos mientras bajamos la basura y desde ese momento ir aumentando la duración. Puede ser a partir de los ocho años, pero insistimos en que todo depende de cómo sea cada niño. Lo más aconsejable es que sea a partir de los 11 o 12 años.
Además, también depende de cómo sea la vivienda. Si es casa, piso, hay vecinos o no, tiene portero de seguridad… todo hay que tenerlo en cuenta. Cuando ya les vayamos dejando durante más tiempo solos, el teléfono será nuestro mejor aliado.
Es aconsejable llamarle cada determinado tiempo para comprobar que todo está correctamente. O bien llaman ellos o les llamamos, pero siempre debe haber una comunicación. De esta forma, nos sentiremos tan seguras como madres como hacerles sentir seguros a ellos.
Los niños de hoy en día son diferentes a los de hace unos cuantos años, pero tienen algo en común. La curiosidad es uno de los puntos que tienen en común y debemos asegurarnos de que esa curiosidad no puede ser mala.
También debemos aconsejarles sobre lo que deberían hacer para no tener un accidente. Nunca está de más prevenirles, para que el día en el que los dejemos solos sepamos que no va a pasar nada.