En muchos hogares donde vive un niño con Trastorno del Espectro Autista (TEA), la comunicación se convierte en un desafío diario. Hay palabras que no acaban de salir, gestos que se quedan a medias y emociones que cuesta interpretar. En medio de ese laberinto aparece una herramienta aparentemente sencilla, pero capaz de abrir puertas donde el lenguaje verbal no llega: los pictogramas. Imágenes claras, directas, pensadas para representar objetos, acciones o ideas y facilitar que el niño pueda expresar lo que necesita y comprender lo que ocurre a su alrededor. Continuar leyendo









