La ansiedad y los temores no son típicos solo de la edad adulta, pues los niños también pueden experimentar estas y otras sensaciones negativas. De hecho, el mundo de cada niño se rige por sus propias normas, y no siempre somos capaces de interpretarlas de forma correcta.
La vida se entiende y se experimenta en esta etapa de una forma muy distinta a cuando somos adultos, por ello, la psicología de los más pequeños no es nada fácil de comprender por sus cuidadores. A continuación, te mostramos cómo identificar estos síntomas para poner freno a la ansiedad. ¡Acompáñanos!
¿En qué consiste la ansiedad infantil?
Aprender a distinguir los sentimientos negativos en un niño es básico para valorar el problema, por eso es tan importante reconocer a tiempo los signos de la ansiedad infantil.
Como decíamos, los niños sienten emociones muy similares a los adultos, pero la mayoría de las veces no saben expresarlas como ellos. En concreto, la ansiedad infantil suele aparecer cuando nuestros hijos viven una experiencia que les sobrepasa, y suele ser habitual que esta situación no tenga una solución muy clara ni fácil de abordar.
Pero, para que no cunda el pánico, antes de continuar debes tener en cuenta lo siguiente: los trastornos relacionados con la ansiedad infantil no tienen porqué aparecer siempre que un niño padezca ansiedad, pues son bastante específicos.
Estos son algunos ejemplos de situaciones que podrían potenciar la aparición de ansiedad infantil:
- Maltrato.
- Acoso escolar.
- Educación basada en los castigos.
- Demasiadas actividades extraescolares.
Así pues, podemos afirmar que la ansiedad infantil consiste en un fenómeno fisiológico y psicológico donde la persona que la padece entra como en un estado de alerta. Por consiguiente, experimentará síntomas propios de un pensamiento obsesivo. Además, la hiperactivación de su sistema nervioso autónomo acabará afectando de forma muy negativa a distintas áreas de su vida, como el aprendizaje, su entorno familiar, etc.
Síntomas de la ansiedad infantil
La base de la ansiedad es común a todos los seres humanos, sea cual sea su edad. Sin embargo, no apreciaremos los mismos síntomas en todos los individuos, sobre todo, en los más pequeños. La razón es porque tienen diferentes formas de interactuar con su entorno, así como de adaptarse a él.
No obstante, aunque en la práctica cada caso es único, hay síntomas habituales de la ansiedad infantil que pueden ayudarnos a identificarla. A continuación, te mostramos los más destacados, pero debes saber que solo uno de ellos aislado no tiene porqué indicar la presencia de ansiedad. En cambio, si aparecen varios a la vez, es bastante probable que sí estemos ante un caso de ansiedad infantil:
- Taquicardia y nerviosismo.
- Miedo a la soledad.
- Dificultad para respirar.
- Mareos.
- Tics nerviosos y comportamientos repetitivos semiautomáticos (como morderse las uñas o estirarse el cabello).
- Sudoración excesiva.
- Dolor de estómago.
- Llanto.
- Tensión muscular.
- Problemas de autoestima.
- Crisis de angustia al separarse de sus cuidadores.
- Preocupación excesiva.
- Dificultad de concentración.
- Necesidad de contacto continuo con su cuidador.
- Pensamientos negativos.
- Ataques repentinos de hambre.
Además de estos síntomas, debemos aprender a diferenciar entre los indicios de ansiedad infantil y los trastornos provocados por la ansiedad. En el caso de estos últimos, suelen aparecer otros síntomas más concretos, pero también dependerá siempre del problema del niño. Por ejemplo, cuando se padece alguna fobia, las crisis suelen aparecer al enfrentarse a algún estímulo en particular.
Cómo ayudar a un niño con ansiedad
Una vez que tenemos claros los síntomas, si has logrado diagnosticar ansiedad infantil en tu pequeño debes saber cómo afrontar este problema para auxiliarle de la mejor forma posible. Por lo tanto, no podemos concluir este artículo sin ofrecerte algunos consejos para que puedas ayudar a tu hijo a combatir este problema. Estos son algunos de los más efectivos:
1. Comunícate con él más y mejor
A partir de cierta edad, los más pequeños ya son capaces de expresar por sí mismos por qué se sienten mal. Es cierto que sus competencias cognitivas todavía no estarán desarrolladas del todo, pero eso no significa que sus sentimientos o su punto de vista no cuenten. Más bien, todo lo contrario, así que escúchale y ten en cuenta sus sentimientos.
2. Dale todo tu afecto
Como bien sabes, no todos los estímulos tienen que estar basados en la información oral. A parte de las palabras, las muestras de afecto son indispensables para que los niños se desarrollen de forma correcta durante la etapa de la infancia. De hecho, es algo necesario para que puedan desarrollar diversos estilos de apego adaptativos.
3. Explícale por qué no debe sentirse mal
Es muy fácil sentirse culpable cuando se padece ansiedad, y esto también ocurre en los niños. Así que habla con él y déjale claro que se encuentra dentro de un fenómeno pasajero en el cual solo podremos influir conscientemente de manera indirecta. No obstante, hazle saber que, pase lo que pase, no está solo.
4. Ofrece pautas claras de comportamiento
En ocasiones, la ansiedad infantil puede aparecer como una reacción a un entorno confuso que los niños no son capaces de comprender. Por ejemplo, si existe una contradicción a la hora de marcar las normas de comportamiento dentro del hogar.
Algo fundamental para evitarlo es que seas coherente contigo mismo con respecto a acatar dichas normas. O, dicho de otro modo, no obligues a tus hijos a obedecer pautas cambiantes y arbitrarias. Pero, ante todo, asegúrate de que las comprenden y entienden su objetivo, aunque tengas que utilizar explicaciones simplificadas.
5. Muéstrales tu apoyo
Cuando un niño se siente protegido por un adulto, perderá el miedo a su entorno. Esto es así porque sabe que, aunque se equivoque y haga algo mal, sus cuidadores le apoyarán siempre e intentarán ayudarle dentro de sus posibilidades.
Trata de tener paciencia y ser comprensivo. Incluso busca ayuda si lo necesitas, pues saber cómo actuar en determinadas ocasiones es fundamental para evitar traumas y experiencias demasiado negativas en los más pequeños.
Por último, haz que tu hijo pierda poco a poco el miedo a aquello que le provoca ansiedad. De lo contrario, el problema crecerá y será más difícil solventarlo. ¡Mucha suerte y no desistas, la perseverancia os hará superar este gran reto!