Aunque a algunos padres les cueste asumirlo, nuestros hijos van creciendo y deben ir quemando etapas con el paso de los años. Llegado el momento dejarán de pasar tanto tiempo con nosotros y empezarán a llevar una vida más independiente. Es importante encontrar un equilibrio entre la sobreprotección y la negligencia. Los que tengan niños a partir de los 10 años habrán podido experimentar esa sensación en primera persona. Y es que los pequeños ya se enfrentan al desafío de empezar a salir solos de casa. Como es lógico, surgirán miedos e inseguridades, desconociendo cuándo es el momento preciso para dar ese paso.
Hay que aclarar que no existe una edad concreta para que los niños empiecen a salir solos sin la compañía de un adulto. Eso dependerá en gran medida de una serie de factores, pero sobre todo del grado de madurez y de autonomía que haya alcanzado el menor.
La obligación de todo padre es criar a sus hijos para que sean responsables e independientes. La autonomía no se adquiere de forma automática al alcanzar una determinada edad, es un proceso que se va desarrollando a lo largo de unos cuantos años. En cualquier caso, a todo padre le cuesta un mundo ir cediendo terreno y otorgándole esos espacios de libertad que va a ir demandando poco a poco.
Sería interesante que en ese intento por hacerle más responsable se le vayan otorgando una serie de tareas y responsabilidades en casa. El pequeño irá ganando en confianza cuando se sienta útil. Por ejemplo, se le puede encargar poner la mesa, hacer la cama o preparar su mochila la noche anterior.
Resulta interesante que se vea en algún momento en situaciones complicadas, en donde tenga que razonar y resolverlas. Será un primer paso para enfrentarse a todo lo que le espera en la calle.
Factores que influyen en la decisión de dejarles salir
Pero más allá del grado de madurez y de responsabilidad adquirido, también entran en escena una serie de detalles como pueden ser la personalidad del joven. Algunos suelen ser más decididos y aventureros, mientras que otros se presentan más cortados. Esa decisión de ir solo a los sitios debe partir del propio niño, y nunca forzarle a hacerlo. Tampoco es conveniente que se le compare con otros chicos de su edad porque no conseguiríamos nada positivo.
Otro aspecto a tener en cuenta es la distancia que deba recorrer. No es lo mismo que acuda a la tienda que hay debajo de casa que al colegio que puede encontrarse a 10 minutos. Hay que empezar dando pequeños pasos y con el tiempo se irán cediendo las condiciones. Es importante que haga trayectos más bien cortos, por zonas peatonales y en donde no haya mucho tráfico.
Por último habrá que reparar en la seguridad del entorno. Lo tendrán más sencillo para salir a la calle en solitario los que residan en un pequeño pueblo o en una urbanización, que aquellos que lo hagan en una gran ciudad. En los municipios con un tamaño más reducido suelen conocerse todos los vecinos y el riesgo de que pueda ocurrir algo malo es mínimo. Pero los peligros se incrementan en las ciudades.
Consejos para que empiecen a salir solos a la calle
Tal y como asegurábamos antes, no hay una edad concreta para todos los casos. Cada niño es totalmente diferente y habrá que adaptarse a los distintos factores, tanto internos como externos. En cualquier caso no se aconseja que salgan solos de casa antes de los 9 o 10 años. Los expertos entienden que todavía no cuentan con la suficiente madurez cognitiva para identificar los peligros.
Lo adecuado es que vaya adquiriendo la autonomía de manera progresiva. Por eso es importante empezar dejándolo solo en casa unos minutos mientras salimos a realizar recados. Con el tiempo habrá que intercambiar los papeles y será el pequeño el que tenga que salir a la calle en solitario mientras tú le esperas en casa. En urbanizaciones cerradas puedes permitirle que salga a jugar con el resto de niños sin necesidad de que tengas que estar pendiente de él.
Las primeras veces que haga trayectos largos sin los padres, como puede ser ir al colegio, lo adecuado sería que fuera con los amigos o compañeros. Es importante que en casa se le facilite la adecuada información sobre los peligros y situaciones a los que se expone, para que de esa manera esté al tanto de lo que le espera. Por ejemplo habría que recordarle que no debe hablar con desconocidos, que elija las rutas más seguras y recuerde el teléfono de contacto de los padres. Tampoco es preciso excederse con las instrucciones, ya que de lo que se trata es que sepa actuar ante las situaciones que puede encontrarse. De lo contrario lo único que se conseguiría sería generarle inseguridad y pánico.
No dudes en plantearle una serie de situaciones y preguntarle cómo reaccionaría ante ellas. Servirá para que razone y busque soluciones ante los posibles contratiempos que se pueda encontrar. Es una manera de darle valor a sus opiniones y para que gane en confianza, aunque tampoco sin relajarse.
Ir cediendo poco a poco
Para empezar a dar este paso de dejarle salir solo a la calle sería conveniente que fueras realizando ensayos, cediendo progresivamente. Tienes la oportunidad de acompañarle una parte del recorrido hasta el colegio o la casa de sus amigos. Le dejaremos a unos metros y dejaremos que asuma la responsabilidad de ir solo. Eso sí, al principio le seguiremos a distancia para comprobar sus reacciones y su manera de actuar. Hay que insistir mucho para que cruce por los pasos de peatones, respete los semáforos y sea un buen peatón. Así tendrá mucho ganado.
Cuando te des cuenta ya estará preparado para asumir nuevos desafíos y saldrá de él la posibilidad de ir a los sitios sin la compañía de sus progenitores. En cualquier caso, lo más probable es que en los inicios te resulte incómodo dejarle solo.