El número de matrimonios o de parejas que deciden separarse después de unos cuantos años de convivencia va en aumento. Después de un tiempo juntos llegan a la conclusión de que lo mejor es seguir sus caminos por separado. Esta situación ya resulta bastante complicada desde el punto de vista emocional y económico, pero puede llegar a empeorar mucho más cuando haya hijos por el medio.
En muchas ocasiones, los progenitores no son conscientes del enorme daño que le pueden causar a sus hijos con determinados comportamientos. Puede darse el caso de que en un intento por ponerle las cosas complicadas a la otra parte de la pareja le estemos causando un daño al menor de manera inconsciente, de ahí que tengamos que ser muy cuidadosos con este proceso.
Si ya de por sí es una situación dolorosa para los pequeños, en la medida de lo posible hay que tratar de que no sea más traumática.
¿Cómo comunicar la separación?
El primer dilema al que se enfrentan los padres es a cómo transmitirle la noticia. Hay que procurar tener mucho tacto para que el daño sea el mínimo y pueda entender los motivos por los que se produce la separación. Se trata de un escenario totalmente nuevo para él.
Lo adecuado es que sean los dos padres juntos los que se ocupen de comunicarle la ruptura. Es importante que los vea unidos en ese instante y que sean capaces de darle respuesta a todas las dudas que le vayan surgiendo.
El divorcio de los progenitores no implica que vayan a dejar de querer al niño. Es algo que se debe dejar claro desde el primer instante, sobre todo para que ellos ganen en seguridad.
En algunos casos, a algunos hijos les surge el sentimiento de culpabilidad, de ser ellos los responsables de esa situación, cuando en realidad no lo son. Por eso, por mucho que lo intenten nunca volverán a recomponer la pareja, ya que detrás de una ruptura sentimental se esconden muchos motivos.
¿Qué hacer tras la separación?
Cuando los dos padres ya se hayan separado y comenzado sus nuevas vidas por separado les tocará lidiar con una etapa muy compleja. Es preciso que actúen con la mayor normalidad posible, tratando de pasar el mayor tiempo posible con el hijo.
Lo adecuado sería hacer el menor número posible de cambios en su rutina. Se mantendrá en el mismo colegio, con los mismos amigos y las mudanzas deben ser mínimas. El pequeño también tiene una vida hecha y no puede deshacerla de un día para otro por culpa de los progenitores.
A partir de ahora empezará a vivir en dos casas. Hay que tratar de que en ambas se encuentre cómodo, con su espacio propio para que pueda dormir y jugar. Si no cuenta con ello, posiblemente no llegue a estar nunca a gusto en ese sitio.
En el colegio también habrá que informar todo lo ocurrido en casa. Es algo que agradecerán. Así pueden entender mucho mejor los cambios de comportamiento que pueda adoptar a partir de ese instante. Siempre viene bien que los maestros estén al tanto sobre la situación familiar de los niños, y más cuando hay una ruptura entre los progenitores.
Conductas a evitar delante de los menores
Es importante que los padres apuesten por el diálogo y le hagan ver al pequeño la necesidad de que sus padres se separen. Por lo general suele tratarse de una situación muy novedosa pare él, pero si el comportamiento y las actitudes de los mayores es el adecuado lo acabará asumiendo sin ningún tipo de problema.
Eso sí, será necesario evitar los enfrentamientos delante del menor. Nada de discusiones o de levantar la voz. Con eso no conseguiríamos nada positivo.
De la misma manera, cuando estés con tu hijo no deberías nunca hablar mal de la otra parte. Ten especial cuidado si hablas sobre este asunto con otros familiares o amigos, ya que siempre puede captar algún mensaje que no deba escuchar.
También es habitual que se utilice a los chicos como moneda de cambio o de chantaje, sobre todo con el ánimo de perjudicar al otro progenitor.
Además, en un intento de ganarse su cariño, son muchos los padres que les agasajan con regalos y juguetes, cuando en realidad lo que necesitan es más atención y cuidados. El dinero no lo es todo cuando se trata de los hijos, ya que prefieren priorizar otras cuestiones.
Qué sensaciones pueden llegar a experimentar
En ocasiones, los pequeños pueden llegar a experimentar tristeza, rabia, agresividad, irritabilidad o sentimientos de rechazo. Pero eso se acabará disipando con el tiempo, hasta que ese nuevo estado se asimile por completo. Si el proceso se realiza correctamente se sentirán mucho mejor en poco tiempo.
No ocurrirá nada si en algún momento de desahogo necesita llorar o gritar. En ocasiones soportan bastante presión y no tienen la capacidad de gestionarla adecuadamente debido a su juventud. Siempre que sea posible hay que facilitarle las cosas, y si es posible hablar con él con regularidad.
Debe tener una persona de confianza, que pueden ser los padres o algún otro familiar, que le ayude con las dudas e inquietudes. Los profesores o personal especializado como psicólogos también pueden echarle una mano.
Llegar a un acuerdo entre los padres
Los padres que se enfrentan a un divorcio deberían pensar en todo momento en el bienestar de sus hijos, pero eso resulta complicado en ciertos hogares, ya que suelen priorizar el orgullo de cada uno por encima de todo los demás.
Habría que llegar a un entendimiento rápido, sin necesidad de llegar a juicios, en lo referente a la custodia y al capítulo de las visitas. En muchas ocasiones puede quedarse a dormir en su casa de siempre, aunque por el día permanezca con el progenitor que ha tenido que mudarse. Lo importante es que ese cambio resulte poco traumático para él y su rutina no sea vea alterada por esta separación. En el futuro les agradecerá mucho a sus padres todos estos detalles.